Somos un pueblo que camina
y juntos caminando podremos alcanzar
otra ciudad que no se acaba,
sin penas ni tristezas,
ciudad de eternidad.

Somos un pueblo que camina,
que marcha por el mundo buscando otra ciudad.
Somos errantes peregrinos
en busca de un destino, destino de unidad.
Siempre seremos caminantes,
pues sólo caminando podremos alcanzar
otra ciudad que no se acaba,
sin penas ni tristezas, ciudad de eternidad.

Estribillo
Sufren los hombres, mis hermanos,
buscando entre las piedras la parte de su pan.
Sufren los hombres oprimidos,
los hombres que no tienen ni paz ni libertad.
Sufren los hombres mis hermanos,
mas Tú vienes con ellos y en Ti alcanzarán
otra ciudad que no se acaba,
sin penas ni tristezas, ciudad de eternidad.

Estribillo
Danos valor siempre constante,
valor en las tristezas, valor en nuestro afán.
Danos la luz de tu Palabra
que guíe nuestros pasos en este caminar.
Marcha, Señor, junto a nosotros,
pues sólo en tu presencia podremos alcanzar
otra ciudad que no se acaba,
sin penas ni tristezas, ciudad de eternidad.

Estribillo
El Señor es mi Pastor,
nada me falta.
El Señor es mi Pastor.
El Señor es mi Pastor,
nada me falta.
El Señor es mi Pastor.

En praderas reposa mi alma,
en su agua descansa mi sed.
Él me guía por senderos justos,
por amor, por amor de su Nombre.

Aunque pase por valles oscuros
ningún mal, ningún mal temeré
porque sé que el Señor va conmigo,
su cayado sostiene mi fe.

Estribillo
Tú preparas por mí una mesa
frente a aquellos que buscan mi mal.
Con aceite me ungiste, Señor,
y mi copa rebosa de Ti.

Gloria a Dios, Padre, Omnipotente,
y a su Hijo, Jesús, el Señor,
y al Espíritu que habita en el mundo.
Por los siglos eternos, Amén.

Estribillo
Tu Palabra me da vida,
confío en Ti, Señor.
Tu Palabra es eterna;
en ella esperaré.

Dichoso el que con vida intachable
camina en la ley del Señor.
Dichoso el que guardando sus preceptos
lo busca de todo corazón.

Estribillo
Postrada en el polvo está mi alma,
devuélvame la vida tu palabra.
Mi alma está llena de tristeza,
consuélame, Señor, con tus promesas.

Estribillo
Escogí el camino verdadero
y he tenido presentes tus decretos.
Correré por el camino del Señor
cuando me hayas ensanchado el corazón.

Estribillo
Santo, Santo,
Santo es el Señor,
Dios del Universo.
Llenos están el cielo y la tierra
de tu Gloria, Hosanna.

(Hosanna, Hosanna,
Hosanna, en el cielo.) (Bis)

Bendito el que viene
en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo, Hosanna.

Estribillo
Nota: Pausa entre estribillo y segunda estrofa.
Versión original:
Cordero de Dios que quitas
el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros,
ten piedad de nosotros.

Cordero de Dios que quitas
el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros
y danos la paz.
Solamente una palabra,
solamente una oración
cuando llegue a tu presencia, ¡oh, Señor!
No me importa en qué lugar
de la mesa me hagas sentar,
o el color de mi corona,
si la llego a ganar.

Solamente una palabra,
si es que aún me queda voz
y si logro articularla en tu presencia,
No te quiero hacer preguntas
sólo una petición
y si puede ser a solas, mucho mejor.

Solo déjame mirarte cara a cara
y perderme como un niño en tu mirada
y que pase mucho tiempo,
y que nadie diga nada,
porque estoy viendo al Maestro cara a cara.

Que se ahogue mi recuerdo en tu mirada,
quiero amarte en silencio y sin palabras,
y que pase mucho tiempo,
y que nadie diga nada…
solo déjame mirarte cara a cara.

Solamente una palabra,
solamente una oración
cuando llegue a tu presencia, ¡oh, Señor!
No me importa en qué lugar
de la mesa me hagas sentar,
o el color de mi corona
si la llego a ganar.

Solo déjame mirarte cara a cara
aunque caiga derretido en tu mirada,
derrotado y desde el suelo,
temeroso y sin aliento,
aún te seguiré mirando, mi Maestro.

Cuando caiga ante tus plantas de rodillas
déjame llorar pegado a tus heridas,
y que pase mucho tiempo,
y que nadie me lo impida,
que he esperado este momento
toda mi vida.
(Nada nos separará,
nada nos separará,
nada nos separará
del amor de Dios.) (Bis)
Tú nos dijiste que la muerte
no es el final del camino,
que aunque morimos no somos
carne de un ciego destino.
Tú nos hiciste, tuyos somos,
nuestro destino es vivir
siendo felices contigo,
sin padecer ni morir,
siendo felices contigo,
sin padecer ni morir.

Cuando la pena nos alcanza
por un hermano perdido,
cuando el adiós dolorido
busca en la fe su esperanza.
En tu Palabra confiamos
con la certeza que Tú
ya le has devuelto a la vida,
ya le has llevado a la luz,
ya le has devuelto a la vida,
ya le has llevado a la luz.

Cuando, Señor, resucitaste
todos vencimos contigo,
nos regalaste la vida
como en Betania al amigo.
Si caminamos a tu lado
no va a faltarnos tu amor
ya le has devuelto a la vida,
ya le has llevado a la luz,
ya le has devuelto a la vida,
ya le has llevado a la luz.