Perdón por aquel mendigo, por aquella lágrima que hice brillar, perdón por aquellos ojos que al buscar los míos no quise mirar. Señor, no le di la mano, se encontraba solo y lo dejé partir. Perdón por no dar cariño, por sólo buscarlo y tan lejos de Ti.
Señor, ¿por qué soy así? Estoy como ciego y no sé comprender. Señor, Tú eres mi esperanza, dame tu mirada y que te sepa ver. Señor, Tú eres mi esperanza, dame tu mirada y que te sepa ver. Señor, no soy siempre alegre, no doy luz a otros que están junto a mí. Perdón por esta tristeza, por sentirme solo cuando estás en mí. Perdón, por otros hermanos que son insensibles a tu padecer. Estás cerca del que sufre, pasan a tu lado pero no te ven.
Escucha, tú, la Palabra de Dios, no solo con tus oídos, también con tu corazón. Escucha, tú, la Palabra de Dios, estate siempre atento a su voz. Escucha, tú, la Palabra de Dios, no solo con tus oídos, también con tu corazón. Escucha, tú, la Palabra de Dios, estate siempre atento a su voz. Déjala entrar dentro de tu corazón, pásala a tu mente y a tu situación; vívela, vívela en tu realidad, haz que por tu vida llegue a los demás.
Estribillo Si tus manos son instrumento de Dios, da tu pan al pobre, préstale tu voz, ama a Dios, ama a Dios con tu caridad; oye su Palabra con sinceridad.
(Santo, Santo, Santo, Santo, Santo es el Seño-o-or. Llenos están el cielo y tierra de tu amor.) (Bis) Bendito el que viene en el nombre, el que viene en el nombre del Señor, del Señor.
Nota: es opcional cantar el estribillo final una vez
Segunda voz: Santo es el Señor, llenos están el cielo y tierra de su amor.
Oraba en el monte cuando se transfiguró, su ropa fulguró con blanca luz. Elías y Moisés, aparecieron para hablar de su partida de este mundo en Jerusalén. Y Pedro quiso hacer tres chozas, para descansar cuando una nube los cubrió y en ella Dios habló:
Este es mi Hijo, mi amado, escúchenlo. Este es mi Hijo, mi amado, escúchenlo. Hagan suyo su camino, el camino de su amor. Síganlo en obediencia, por su cruz, hasta su luz. Jesús muestra su gloria a Pedro, Santiago y Juan; revela su misterio de "Hombre, Dios". No todo acabará en el fracaso de la cruz por medio de la muerte se abrirá un reino de luz. No es tiempo de acampar al mundo hay que transfigurar. Nos vamos transformando en imagen de Jesús.
(Sé de quién me he fiado, confío, Señor, en Ti. Y aunque a veces parezca de piedra, confío, Señor, en Ti. Y aunque el corazón se pegue a la tierra, confío en Ti, confío en Ti, mi Señooor, mi Señooor.) (Bis)
Buena Madre, estoy aquí; quiero rezar; te quiero hablar. Buena Madre, has sido tú, con sencillez creyente fiel. En tu regazo quiero estar cerca de Ti; como un pequeño te daré todo mi ser; acéptalo.