Surgirá un mundo nuevo,
levantado por la fuerza del amor,
hecho por hombres con el corazón abierto
al Espíritu de Dios.
Y su Ley será el perdón y su justicia el amor,
por la fuerza de su fe en el Señor.

Un solo Dios nos reúne en su paz,
derribando las murallas
con que fuimos separados,
un solo bautismo, una misma fe;
por su cruz Él ha vencido a la muerte,
ha creado en sí mismo un hombre nuevo.

Estribillo
Gentes de toda raza, lengua y nación,
formaremos este pueblo dedicado al Señor:
sin esclavo ni libre, hombre ni mujer.
Uno sólo es el Señor y Él nos une.
Cantaremos las grandezas del Dios vivo.

Estribillo
"Aleluya", cantará
quien perdió la esperanza;
y la tierra sonreirá.
¡Ale-lu-u-ya!

Lo cantamos 3 veces:
la primera con arpegio,
la segunda con rasgueo suave,
la tercera con rasgueo fuerte;
subiendo, escalonadamente, el volumen de la voz en cada una de ellas.
Yo no soy nada y del polvo nací,
pero Tú me amas y moriste por mí.
Ante la cruz sólo puedo exclamar:
«tuyo soy, tuyo soy».

Toma mis manos, te pido.
Toma mis labios, te amo.
Toma mi vida, ¡Oh, Padre,
Tuyo soy,tuyo soy!

Cuando de rodillas te miro, Jesús,
veo tu grandeza y mi pequeñez.
¿Qué puedo darte yo?, tan sólo mi ser.
Tuyo soy, tuyo soy.

Estribillo
(Hombres) Saaaaaaa, santo.
(Mujeres) Saaaaaaa, santo.

(Hombres) Saaaaaaaa, santo.
(Mujeres) Saaaaaaaa, santo.


(Hombres) El cielo y la tierra están llenos de su glooooria.

Estribillo

(Mujeres) Bendito el que viene en nombre del Señooooor.

Estribillo

(Hombres) Hosanna, hosanna, hosanna, hosanna en las alturas.
(Mujeres) Hosanna, hosanna, hosanna, hosanna en las alturas.

(Hombres) Hosanna, hosanna, hosanna.
(Todos) Hosanna en las alturas.

(Todos) Hosanna en las alturas.

Nota:
La última frase se canta a capela.
(La paz te doy a ti, mi hermano,
la paz que Dios me regaló
y en un abrazo yo te entrego
la paz que llevo en mi corazón.) (Bis)

(Recíbela, recíbela,
ésta es la paz que el mundo
no te puede dar.) (Bis)
1ªestrofa+1ºestribillo: chicas
2ªestrofa+2ºestribillo: chicos
3ªestrofa+3ºestribillo: todos

Déjame, Señor,
mirarte bien por dentro,
entrar en tu Corazón
y dejarme seducir
y que aumenten mis deseos
de querer ser como Tú,
conocerte internamente,
amarte y seguirte más,
apostar mi vida junto a Ti,
déjame verte, Señor.

Amando hasta el extremo,
dejándote la piel,
entregando las entrañas,
tus entrañas de mujer,
en una toalla y un lebrillo,
en un acariciar los pies,
en un mirarnos hasta el fondo
sin nada que reprochar
y sin nada que pedir,
y con tanto para dar.

Yo, el Maestro y el Señor,
ya no puedo amaros más,
pues como el Padre me ha amado,
así os he amado Yo.
Os dejo mi vida entera
en este vino y este pan,
este pan que soy Yo mismo
que me parto y que me doy.
Mi deseo es que os améis de corazón.
Yo también os quiero ver.

Amando hasta el extremo,
dejádoos la piel,
entregando las entrañas,
como lo hace una mujer,
en una toalla y un lebrillo,
en un acariciar los pies,
en un mirarnos hasta el fondo
sin nada que reprochar
y sin nada que pedir,
y con tanto para dar.

Sí, te doy todo lo que soy
para que sigas amando.
La lucha por la justicia
entra en esta intimidad
que se llena de personas
y rostros que acariciar,
que me impulsa desde dentro
a comprometerme más.
Todos caben en tu corazón,
quiero seguirte, Señor...

Amando hasta el extremo,
dejándome la piel,
entregando las entrañas,
mis entrañas de mujer,
en una toalla y un lebrillo,
en una acariciar los pies,
en un mirarnos hasta el fondo
sin nada que reprochar
(y sin nada que pedir,
y con tanto para dar.) (3 veces enlazando seguido)
Sois la semilla que ha de crecer,
sois la estrella que ha de brillar.
Sois levadura, sois grano de sal,
antorcha que debe alumbrar.
Sois la mañana que vuelve a nacer,
sois la espiga que empieza a granar.
Sois aguijón y caricia a la vez,
testigos que voy a enviar.

Id, amigos, por el mundo,
anunciando el amor,
mensajeros de la vida,
de la paz y el perdón.
Sed amigos, los testigos
de mi Resurrección.
Id llevando mi presencia,
con vosotros estoy.

Sois una llama que ha de encender
resplandores de fe y caridad.
Sois los pastores que han de guiar
al mundo por sendas de paz.
Sois los amigos que quise escoger,
sois palabras que intento gritar.
Sois Reino nuevo que empieza a engendrar
justicia, amor y verdad.

Estribillo
Sois fuego y savia que vine a traer,
sois la ola que agita la mar.
La levadura pequeña de ayer
fermenta la masa del pan.
Una ciudad no se puede esconder,
ni los montes se han de ocultar.
En vuestras obras que buscan el bien,
los hombres al Padre verán.

Estribillo
Para que mi amor no sea un sentimiento
tan sólo un deslumbramiento pasajero;
para no gastar las palabras más mías
ni vaciar de contenido mi "te quiero".
Quiero hundir más hondo mi raíz en Ti,
y cimentar en solidez, este, mi afecto;
pues mi corazón, que es inquieto y es frágil
sólo acierta si se abraza a tu proyecto.

Más allá de mis miedos,
más allá de mi inseguridad,
quiero darte mi respuesta:
"Aquí estoy para hacer tu voluntad
para que mi amor sea decirte “sí”
hasta el final".

Duermen su sopor y temen en el huerto;
ni sus amigos acompañan al maestro.
Si es hora de cruz, es de fidelidades;
pero el mundo nunca quiere aceptar esto.
Dame a comprender, Señor, tu amor tan puro,
amor que persevera en cruz, amor perfecto;
dame serte fiel cuando todo es oscuro,
para que mi amor sea más que un sentimiento.

Estribillo
No es en las palabras, ni es en las promesas
donde la historia tiene su motor secreto;
sólo es el amor en la cruz madurado,
el amor que mueve a todo el universo.
Pongo mi pequeña vida hoy en tus manos,
por sobre mis seguridades y mis miedos;
y, para elegir tu querer y no el mío,
hazme en mi Getsemaní fiel y despierto.

Estribillo final (bis): en el bis, subir un tono.

Más allá de mis miedos,
más allá de mi inseguridad,
quiero darte mi respuesta:
"Aquí estoy para hacer tu voluntad
para que mi amor sea decirte “sí”
hasta el final".

Más allá de mis miedos,
más allá de mi inseguridad,
quiero darte mi respuesta:
"Aquí estoy para hacer tu voluntad
para que mi amor sea decirte “sí”
hasta el final".
Dios te salve, María, Sagrada María,
Señora de nuestro camino.
Llena eres de gracia
llamada entre todas
a ser la Madre de Dios.
El Señor es contigo y tú eres la sierva
dispuesta a cumplir su misión;
y bendita tú eres, dichosa,
te llaman a ti,
"la escogida de Dios".
Y bendito es el fruto que crece
en tu vientre, el Mesías
del pueblo de Dios,
al que tanto esperamos
que nazca y que sea nuestro Rey.

María, he mirado hacia el cielo
pensando entre nubes
tu rostro encontrar
y al fin, te encontré en un establo
entregando la vida a Jesús, Salvador.
María, he querido sentirte,
entre tantos milagros,
que cuentan de ti;
al fin te encontré en mi camino,
en la misma vereda que yo;
tenías tu cuerpo cansado,
un niño en los brazos,
durmiendo en tu paz.
(María, mujer, que regalas
la vida sin fin.) (Bis)