Habla, Señor, que tu siervo escucha. Habla, Señor, que tu siervo escucha. (Muéstrame tu Voluntad a través de la Palabra, quiero conocerte más para amarte y seguirte.) (Bis)
Oraba en el monte cuando se transfiguró, su ropa fulguró con blanca luz. Elías y Moisés, aparecieron para hablar de su partida de este mundo en Jerusalén. Y Pedro quiso hacer tres chozas, para descansar cuando una nube los cubrió y en ella Dios habló:
Este es mi Hijo, mi amado, escúchenlo. Este es mi Hijo, mi amado, escúchenlo. Hagan suyo su camino, el camino de su amor. Síganlo en obediencia, por su cruz, hasta su luz. Jesús muestra su gloria a Pedro, Santiago y Juan; revela su misterio de "Hombre, Dios". No todo acabará en el fracaso de la cruz por medio de la muerte se abrirá un reino de luz. No es tiempo de acampar al mundo hay que transfigurar. Nos vamos transformando en imagen de Jesús.
Alma de Cristo, santifícame. Cuerpo de Cristo, sálvame. Sangre de Cristo, embriágame. Agua del costado, lávame.
Pasión de Cristo, confórtame. ¡Oh, mi buen Jesús, óyeme! Dentro de tus llagas, escóndeme. No permitas que me aparte de Ti.
Del maligno enemigo, defiéndeme. En la hora de mi muerte, llámame e ir a Ti, mándame. Con tus santos yo te alabaré por los siglos de los siglos. Amén. Con tus santos yo te alabaré.
Nota: el instrumento de la caja entra al comienzo de la frase: "Del maligno enemigo..."
Dulce Madre, no te alejes, tu vista de mí no apartes, ven conmigo a todas partes, y sola nunca me dejes. Y ya que me proteges tanto, como verdadera Madre, haz que me bendiga el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, haz que me bendiga el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.