Con una letra nerviosa una noche de diciembre
un niño escribe una carta a los tres Magos de Oriente.
Majestad este año no quiero ni juguetes, tampoco regalos.
Ya sabéis que he sido muy bueno, mis queridísimos Reyes Magos.
Perdonad si la letra no es buena. Perdonadme si algo no se entiende
pues la hice a la luz de una vela cuando en casa ya todos se duermen.
Yo quiero pedir para compartir un poco de risa para aquel que no es feliz
y un gran corazón lleno de ilusión para el que ha perdido las ganitas de vivir.
Y un poco de pan para alimentar el llanto de un niño que se duerme sin cenar.
Y un bello lugar para regresar aquellos que un día se tuvieron que marchar.
Majestades, yo tan solo quiero para el hombre un poco de cordura
por un mundo feliz y sincero y acabar ya con esta locura.
Majestades, yo tan solo pido un poquito de amor entre hermanos,
un silencio que apague los gritos y un hogar para los desahuciados.
Majestades, solo espero que al recibo de esta carta la leáis y,
de antemano, os doy las gracias
porque sé que me lo vais a conceder.
Majestades, por el niño que nació en aquel establo,
porque aquella noche fuisteis a adorarlo bajo la estrella que alumbraba a Belén.
Me despido. Mis queridos Reyes Magos se ha hecho tarde
y no quiero que se despierten mis padres.
Y es que mañana de nuevo volverá a ser Navidad.