Mi pueblo, escúchame lo que voy a decir;
sólo será un minuto, si tienes que irte.
No quiero digas nada, simplemente escucha.
Perdona que en algún momento te interrumpa.
Hoy hace dos mil años fui crucificado.
Mi cuerpo escupido y ensangrentado.
Llevé todas tus culpas sobre mi costado
para darte la vida eterna como un regalo.
Y hoy surgen preguntas:
¿por qué no me escuchas?
¿por qué no me miras?
¿por qué no me abrazas?
La hipocresía ha cegado tu mente
y dices que me amas.
Te has hecho muy fuerte en tus razonamientos.
Has cambiado mi gloria por tus sentimientos.
A veces por las noches vengo y te despierto
pero ya no te importa hablarme un momento.
Te pasas todo el tiempo hablando cosas vanas.
Si en la televisión las modas solo afanan.
Has perdido la santidad que en ti brillaba .
Sabes más de novelas que de mi Palabra.
Mi anhelo es usarte que muestres mi gloria,
llenarte de unción y que rebose tu copa,
que cambies al mundo cada vez que hables
pues el tiempo se agota ... se agota.
Recuerdas cuando no estabas en mis brazos
llorabas como un niño hambriento y descalzo.
En cámara lenta Tú y yo nos juntamos,
las lágrimas caían bailando en un charco.
Te di una nueva vida, te abrí nuevas puertas,
llamé a tu corazón borrando en la tristeza.
Hoy dices que ya tienes hechas tus maletas.
Te vas al mundo, no importa qué suceda.
No puedes negarlo, siempre estuve contigo.
Ojalá que si vuelves, yo no me haya ido.
Entonces será demasiado tarde
y no podrás encontrarme.
(Tus mejillas se gastarán de llorar por
mí cuando recuerdes los momentos junto a Ti.)(Bis)
(Regresa a mí ... a mí.)(Cuatro veces)