Amarás al Señor, tu Dios,
con toda tu mente y fuerza,
con todo tu corazón.
Fue el barro y polvo de los tiempos
quien turbó la mente de los hombres,
y el amor que Dios les exigiera,
olvidaron dárselo a los pobres,
olvidaron dárselo a los pobres.
Y el corazón no sintió el amor,
la mente se olvidó de amar
y nuestra fuerza mató al amor,
mató al amor, mató al amor.
Cuando ames al Dios que ves
presente en cada hermano,
amarás al Dios que no ves.
Ese Dios a quién no echamos cuenta,
quiso dar razón a su ser Dios,
la Palabra sintió como nunca
la paternidad de aquel Amor,
la paternidad de aquel Amor.
Y a quienes sufren, felices llamó,
y porque Dios renunció a su dignidad,
al olvidado bienaventuró,
bienaventuró, bienaventuró.
Estribillo