Si rasgaras los cielos y descendieras,
si se corriera el velo y yo te viera,
la luz de tu mirada me iluminaría
y en un eterno abrazo de amor me consumiría.
Cuando el árbol florece en la primavera,
cuando las cosas pasan sin que yo quiera
la luz de tu mirada, me iluminaría,
y en un eterno abrazo de amor me consumiría.
Cuando me levanto a cada mañana
la fuerza de Cristo me acompaña.
Me ayuda a caminar, me ayuda a misionar,
y paso a paso la gracia encontrar.