Saliendo del pretorio marcha una procesión.
Con rumbo al calvario sufriendo va un varón;
la cruz sobre su espalda llagándole está,
no puede caminar.
No puede dar un paso y cae por el camino,
recibe un latigazo sobre su cuerpo herido.
No puede avanzar, se escucha solo un grito:
¡levántate, maldito!
No, no puede ser maldito aquel que en su dolor
exclama con un grito: ¡perdónales, Señor!,
¡perdónales sus faltas, no mires su actuación,
de ellos, ten compasión!
Sed, sed tengo de un amigo, sed tengo de amor,
sed tengo de un humano sienta comprensión,
que acepte esta sangre que derramando estoy
por su salvación.
Estribillo
Nota: la letra varía un poco
con respecto a la original.