Llegó el Señor cru zando tu camino
y, al verte, por tu nombre te llamó
para hacerte testigo de su Reino
como fiel mensajero de su voz.
Y Tú pasabas mares y montañas,
llegaste hasta las islas más lejanas
anunciando a los hombre el perdón.
Claret, voz peregrina que va sembrando
la gran noticia: la salvación.
No importan razas ni pueblos;
solo hay un Padre, sólo un Señor.
Claret, desde tu vida, Dios nos señala.
Nuestra tarea, nuestra misión,
vamos siguiendo tus huellas
gritando al mundo: ¡Dios es Amor!
La luz del Evangelio fue tu rumbo,
tu vida, Cristo mismo la llenó
y le hiciste llegar hasta los hombres;
como el Hijo en María se nos dio.
Nosotros seguiremos tus caminos
como nueva familia del amor;
queremos ser también la luz del mundo,
levadura de vida y salvación.
Estribillo